#I03.  La Locura: Un lugar para Esconderse

(La pérdida de puntos de referencia)

La locura es cuando un individuo, por cualquier razón, se retira en su propia y única realidad en tal extensión que ya no se puede relacionar con otros o ya no puede funcionar dentro de la realidad común. 

Para comprender la locura, uno debe entender que es el individuo mismo, el culpable de su propia locura. Examinando las causas de la locura, de las que hay tres, veremos cómo esto es verdad. 

La primer causa de locura es el Karma en sí. Entonces, si un individuo, a través de sus pensamientos, su sistema-de-creencias, o sus actos, causa ciertos eventos, puede entonces forzar la locura hacia él. 

Un buen ejemplo de esto es la gente cuya locura proviene de causas biológicas (como desequilibrios químicos u otros desarreglos). Si uno entiende que cada individuo es responsable de la creación de su propio cuerpo, entonces uno comprende que los defectos son debidos al descuido o al aturdimiento en lo que se refiere al individuo, durante el proceso de creación. Naturalmente, la biología de los padres puede prestarse para esos defectos, pero el individuo, a través del Karma, escoge a los padres. Así, cada uno es responsable por la calidad de su propio cuerpo, aunque esta calidad pueda estar predeterminada por el Karma del individuo. 

La segunda causa de la locura son las fuerzas que se salen de control. Esto también está Kármicamente relacionado. Así, los eventos de la vida de un individuo pueden ser tan agitados, tan traumáticos, tan insufribles, que el individuo siente que no tiene alternativa sino retirarse a un santuario dentro de sí mismo. De nuevo, una vida llena de eventos de este tipo es normalmente generada por el Karma pasado del individuo. Así que, es el mismo individuo quien es responsable de los eventos de esta vida, vía la Ley del Momento (La ley del Momento establece que todos y cada uno de los momentos de la vida de un hombre tendrán sólo una oportunidad de gobernar. Si se pierde esa oportunidad, nunca puede recobrarse. Con respecto al momento gobernante, todos y cada uno de los momentos de la vida de un hombre hacen tres cosas al mismo tiempo; primero, la regla del momento es ratificar el pasado, y haciendo eso, el momento gobernante da el segundo pensamiento; segundo, el momento gobernante atiende las necesidades del presente, y, haciendo eso, le proporciona al individuo la oportunidad de repetir los errores del pasado o le proporciona la oportunidad de cambiar los asuntos del pasado, creando así un nuevo futuro; en tercer lugar, el momento gobernante escribe el guión que atará al individuo hacia el futuro de sus actos a través de la causa y el efecto). Y, es el individuo quien escoge hacerles frente volviéndose loco. Esta opción nos lleva a la tercera causa de la locura. 

La tercera causa de locura es la naturaleza del juego o juegos que el individuo escoge jugar. Así, un individuo que le gusta jugar el juego 'de pobre de mí' o 'es su culpa' muy posiblemente puede huir hacia la locura cuando los efectos de esos juegos regresan en busca del jugador--normalmente, de alguna manera, para castigar a algún individuo que es supuestamente culpable y que por consiguiente debe ser castigado. Este es obviamente un sistema en que el individuo que va a enloquecer usa una de dos herramientas--el amor como un arma (para castigar a quien uno cuida) y/o el estado legal de capacidad disminuida para evadirse de la responsabilidad de sus propias decisiones. Este tipo de individuo es más propenso a enloquecerse que un individuo que juega el juego de 'por qué está pasando esto', y 'qué puedo yo aprender de esto'.  

Claro, uno puede argumentar que hay ciertos eventos en la vida que podrían hacer que el individuo más maduro, el más estable, se vuelva loco, y esto puede ser verdad. No obstante, el punto importante aquí es que el individuo es responsable de su propia locura en todos los casos. Toda locura es debida a una de las causas anteriores y cada una de estas causas involucran, en alguna parte a lo largo de la línea, al individuo escogiendo hacer algo que lo lleva directa o indirectamente hacia la locura. 

Con la comprensión de que una persona demente es responsable de su condición, y no un desafortunado peón, viene una actitud diferente a la que sostiene la sociedad moderna. Así, si una persona supuestamente demente comete un asesinato, esta persona debe ser responsabilizada legalmente por este acto de asesinato así como sucedería con una persona totalmente sana. ¡Nosotros no estamos defendiendo la falta de merced, simplemente estamos diciendo que no debe aceptarse la locura como una excusa para una conducta inaceptable--la locura, como conducta escogida, es en sí inaceptable! 

La locura, desde el punto de vista del demente, no es locura en absoluto. Para la persona demente, lo que él o ella están haciendo o están pensando es completamente sensato. Ser Napoleón tiene perfecto sentido para un individuo que piensa que él es Napoleón. No es hasta que se cambian los puntos de referencia, el nivel de observación del cual surge la Realidad Común, que la locura empieza a parecer locura. En muchos casos, la persona llamada demente y la persona llamada cuerda juzga que el otro es el demente. Quién es realmente el loco dependerá en los puntos de referencia de la realidad que está usándose en el momento. 

La triste verdad no debe ser quién está loco y quién no lo está. La pregunta debe ser, quién puede funcionar con éxito, normalmente, y de manera realista, dentro de los límites de la realidad que gobierna el momento. 

¿Es un crimen caminar al golpe de un tambor diferente? El golpe del tambor que nos guía no debe tenerse en cuenta, cuando el momento se sienta en el juicio de valor de los hechos cometidos en la realidad común (la realidad que se acepta y con la que están de acuerdo los líderes de una sociedad y/o la mayoría de la sociedad).  

Nada es gratis. El derecho a caminar al golpe de un tambor diferente trae consigo el derecho a sufrir los pagos por ser diferente. El derecho a caminar al golpe de un tambor diferente no ignora, en y por sí mismo, los requisitos ni los límites puestos abajo por el golpe del tambor que se niega. Los límites impuestos por los requisitos físicos de la realidad común deben gobernar a todos los que residen físicamente dentro de la realidad común, sin tener en cuenta la diferencia mental que ellos exigen como suya. Se dice que aquellos que reúnen estos requisitos son cuerdos. Aquellos que no lo hacen son considerados dementes. 

Nosotros debemos estar de acuerdo que los límites de la locura están aferrados en los hábitos y costumbres--las leyes de una sociedad particular. Muchas culturas y subculturas alrededor del mundo enlistan acciones que, en los Estados Unidos, serían consideradas dementes. Para ver algunas de estas diferencias sólo necesitamos ver los límites de la religión. Hay algunas facciones religiosas del mundo que cometen atrocidades (en nombre de Dios), mientras ellos proclaman la rectitud de sus acciones y la cordura de sus actos. Cuán infortunado es que la toma de una sola vida se llame asesinato en un momento dado, castigado por Dios, y el mismo hecho multiplicado por mil es llamado un acto heroico por el mismo Dios, en nombre de la guerra. Que absolutamente repugnante y demente parecería ser esto para muchas otras culturas u otras religiones alrededor del mundo. ¿El verdadero juez de la locura es entonces el antojo de la estructura de poder de la sociedad en cuestión? ¿Vamos a cambiar la definición de asesinato porque el golpe del tambor del que surgió era diferente? 

Como especie, si fuéramos a usar una vara para determinar la locura que aplicaría a todas las sociedades y a todas las culturas, parece claro que nosotros tendríamos que alejarnos de todos los puntos de referencia de la sociedad, culturales, religiosos que el hombre conoce actualmente--una tarea que no es posible a la fecha, dada la falta de crecimiento espiritual de la especie en general. La triste verdad es que mientras cada cultura y subcultura claman que hay sólo un Dios, cada uno niega la validez del Dios del otro. El resultado es que el Hombre, en la actualidad, está gobernado por muchos Dioses. Juzgando por los actos de los seguidores de estos Dioses, ninguno de estos Dioses es el Dios de Luz. Todos parecen ser las muchas caras de la Fuerza Oscura. De nuevo, según los actos, incluso esto es negado. Cada uno está dispuesto al asesinato, a esclavizar en el nombre de su Dios. El acto que se considera asesinato en un momento dado, se glorifica el próximo momento. ¿Dónde queda entonces realmente la locura? 

Si como especie, el Hombre pudiera usar la misma vara para gobernar toda la especie, si esto se pudiese imaginar, entonces la vara se revelaría como la verdadera prueba para la locura. La vara resultaría ser el conjunto de Leyes Universales. 

¿Si esta es la prueba definitiva de la locura, qué mejor puede hacer el Hombre sino buscar las Leyes Universales? La diferencia real entre la cordura y la locura parece ser sólo un cambio de puntos de referencia. ¡Parecería ser que la belleza está en el ojo del espectador, así también, la locura está en el ojo del momento!  

Está escrito que sólo yo conozco los actos de mi mente...  

Aún así, yo no entiendo mis pensamientos. 

Está escrito que sólo yo conozco los actos de mis pensamientos...  

Aún así, yo no entiendo mis costumbres. 

Está escrito que sólo yo conozco el destino de mis costumbres...  

Aún así, yo no entiendo mi futuro. 

Está escrito que sólo yo conozco los límites del camino que tomará mi futuro...  

Aún así, yo no entiendo mis limitaciones. 

Está escrito que sólo yo conozco el escondite de mis limitaciones... 

Aún así, yo no entiendo mis frustraciones. 

Está escrito que sólo yo conozco las evocaciones que traen frustraciones a mi mente... 

Aún así, yo no entiendo los actos de mi mente.